Prueba Royal Enfield Continental GT 650
Uno de los fabricantes de motocicletas con mayor tradición es sin
duda Royal Enfield, en el negocio desde 1901. Aunque vive mucho de las rentas
de sus diseños pasados, la última tecnología se emplea en modelos como la
Continental GT 650 para aunar lo mejor del pasado con lo mejor del presente.
La Royal Enfield Continental GT 650 es una moto apta para conducir
con el carné A2 -tiene el tope de potencia legal, 48 CV- y disfrutar de una
marcha ágil sin grande exigencias con el jinete, y con un toque “sport”. Se
trata de una café racer, es decir, homenajea la tendencia de los años 50 y 60
en el Reino Unido, cuando se modificaban las viejas monocilíndricas para ser
más deportivas.
Con la herencia que acumula Royal Enfield, la Continental GT 650
tiene su propia personalidad y no trata de emular a un modelo de otro
fabricante. Al igual que sus antecesoras tiene un motor que aparenta ser
voluminoso, pero se trata de un moderno bicilíndrico en línea con 660 cc de
cubicaje.
Entre sus ventajas cabe destacar la inyección electrónica Bosch,
cigüeñal de acero forjado en una pieza y bielas caladas a 270 grados con eje de
equilibrado. El motor se muestra lleno de vida incluso desde bajas
revoluciones, y con un régimen alto su carrera corta le permite cierto margen
para estirar. Además, se muestra comedido con el consumo de gasolina, siendo
más ahorrador que motores de la competencia en esta categoría, poco más de 4
l/100 km, casi como una 250.
La postura de conducción no es radical ni incómoda, el cuerpo va
levemente inclinado hacia delante como marcan los cánones del segmento. Además,
el motorista podrá apreciar el buen trabajo de los especialistas de Harris
Performance, bajo propiedad de Royal Enfield, en el chasis de doble cuna. Si
queremos la postura más deportiva tendremos que juntar los codos con las
rodillas, pero el asiento monoplaza recogerá el cuerpo, apenas nos moveremos
abriendo gas.
El esquema de suspensión es tradicional, con horquilla telescópica
y doble amortiguador trasero. El tarado nos parecerá un poco duro, y solo se
puede ajustar la precarga de los muelles. Por su parte, las posaderas también
notarán que el mullido del asiento es un poco duro también.

Las prestaciones son totalmente correctas dentro de este segmento
y potencia. Además, Royal Enfield pone todo esto a nuestro alcance por un
precio muy razonable y alejado de la media del segmento, de 6.500 a 7.000 euros
en función de los colores elegidos. No se puede pedir más por estas tarifas.
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