Prueba Kawasaki W800 Cafe
Mucho
ha llovido desde que empezase en el Reino Unido la moda de las cafe racer, que
como otros géneros estéticos del motociclismo tuvo su origen en las
modificaciones que hacían los dueños por su cuenta. Con el tiempo, los
fabricantes se fueron sumando a la tendencia, y hoy el género café racer está
plenamente vigente.
Entre
todas las opciones que nos brinda el mercado, la Kawasaki W800 Cafe es una
posibilidad que no es precisamente económica, supera los 10.000 euros, pero
está en un término medio entre las modestas monocilíndricas de 125 cc y las
potentes motos de más de un litro. Su potencia máxima clava el tope legal que
exige la licencia A2 sin necesidad de limitarla, 48 CV.

La mecánica
no solo parece clásica, en cierto sentido lo es. Aunque cumpla con las modernas
limitaciones antipolución, combina la refrigeración por aire con la
distribución de árbol vertical con engranajes helicoidales. El escape tipo
lanzador de guisantes -en inglés, “peashooter”- le da credibilidad al conjunto.
Su
chasis tubular de acero de doble cuna es rígido y se combina con una horquilla
telescópica sin ajuste, con barras de 39 mm y un ángulo de 27 grados. Esta
elección favorece una conducción tranquila, pero dinámica, aportando
estabilidad a cambio de una ligera pereza en sus reacciones. No es la opción
más deportiva de su categoría. Es coherente con su motor, que sube de vueltas
con alegría, pero sin excitarse. Las reacciones de esta moto son previsibles
incluso abriendo gas a la salida de los virajes. Quizás esté algo falta de
carácter.

Tampoco
es la moto más ligera de su categoría, con unos 220 kg, eso sí, las
prestaciones son convincentes y plenamente comparables a las de un turismo.
Para muchos no se quedará precisamente corta. Desprende un aroma clásico y no
pretende ser más deportiva, la postura en la que nos vamos a sentar no es
radical a pesar de los manillares flexionados hacia atrás. En definitiva, un
tacto de conducción clásico sin renunciar a las comodidades y seguridad de una
moto de nuestros días.
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