Prueba Yamaha Niken GT
Clasificar el curioso modelo de Yamaha no es fácil, porque no es una moto, pero tampoco es un triciclo: legalmente se considera una motocicleta, pero es un hecho inconstatable que el eje delantero se apoya en dos ruedas. La Yamaha Niken GT tiene varias modificaciones sobre la Niken “a secas” para mejorar sus características ruteras.
La protección aerodinámica se mejora con un
parabrisas más alto, y en invierno se viaja más cómodo con los puños
calefactables. Las posaderas también agradecen que el asiento de gel sea más
confortable. Damos fe después de haber
recorrido unos cuantos kilómetros con ella. Pero viajar implica llevar
equipaje, y la Niken GT facilita la tarea con el soporte y un juego de maletas
semi rígidas. Cada una de ellas aporta 25 litros de capacidad, insuficientes
para un casco integral, pero útiles para lo demás.
Completan el elenco de diferencias el caballete
central para labores de mantenimiento, los herrajes traseros para que el
pasajero se agarre mejor o la segunda toma de corriente de 12 voltios para
recargar algunos gadgets. Todo eso supone un incremento de 1.050 euros sobre la
Niken.

Lo malo de la receta de la Niken GT es básicamente
lo que pesa, siendo necesario un esfuerzo físico superior cuando se quieren
lograr cambios de dirección rápidos o maniobrando entre el tráfico de todos los
días o aparcando. A diferencia de algunos triciclos no tiene bloqueo de la
dirección, por lo que hay que ser especialmente cuidadoso en terreno inclinado
y cada vez que se realice una detención.

El consumo es soportable respecto a su tamaño y
es posible realizar 300 kilómetros entre repostajes, otra característica que le
viene bien para hacer rutas de una longitud respetable.
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