Prueba Honda CB1000R+
La gama de motos naked de Honda es muy variada,
y si queremos apuntar alto nos tendremos que fijar en la CB1000R. Es lo más
parecido a una deportiva sin los carenados, no hay protección aerodinámica para
el conductor. En la práctica, la moto alcanza velocidades muy superiores a las
que estaremos dispuestos a circular si queremos ir mínimamente cómodos. En el
caso de la CB1000R+ tenemos a nuestra disposición un cambio de marchas con
embrague automatizado, la maneta izquierda apenas tendremos que tocarla.
Esta tetracilíndrica japonesa tiene un motor
sedoso de 998 cc, con una potencia de 145 CV a 10.500 RPM y un par máximo de
104 Nm a 8.250 RPM. Es un motor que da lo mejor de sí a alto régimen, debido a
que es un super cuadrado, es decir, 75 mm de diámetro de cilindros contra 56,5
mm de carrera. Cuenta con los adelantos propios de las naked modernas de 1
litro: inyección electrónica, refrigeración por agua, doble árbol de levas en
cabeza y cuatro tiempos.

Gracias a los modos de conducción (“Rain”, “Standard”,
“Sport” y “User”) podemos elegir cómo queremos que se comporte el acelerador
electrónico, el freno motor, control de tracción y el ABS. Este último sistema
funciona realmente solo cuando es necesario. El conductor solo ha de
preocuparse de la palanca de cambios, la moto se encarga de hacer el doble
embrague automáticamente, facilitando la conducción a los menos experimentados
con el carné A. Si se apura demasiado una frenada y se reduce demasiado, el
embrague evita el bloqueo de la rueda trasera.
Las prestaciones están en consonancia con su
potencia, se planta en 140 km/h en solo 5,2 segundos. También hace alarde de
una gran elasticidad, pudiendo recuperar de 50 a 100 km/h en sexta en solo 5,5
segundos. Según la ficha técnica, la velocidad punta es de 237 km/h, muy alta
para viajar sin carenado alguno, cuestiones legales aparte. Si no nos convence
el tacto de la suspensión, tanto la horquilla invertida como el monoamortiguador trasero son regulables.
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